Día 20 de abril de 2013.
En la mañana del
sábado, 20 de abril, la tropa de los Amigos Siempre que pudieron y quisieron,
y consortes, las que dicen llamarse “las niñas de Linares”, en el cruce
de Obras Públicas como suele ser habitual se encuentran a las 9.30 para
emprender la etapa de este no camino de Santiago de visita a los “santos
lugares”.
Ángela (Adolfo) nos congratula con los churros y porras antes de
empezar la marcha en coche hacia el "sancta sanctorum" de Linares de
Riofrío, que fue este día Las Chorreras y el Castill de Cabras-A- y descanso y
visión de los paisajes –B-.
LLegados a Linares y
tomado el "tente-en-pié", en seis coches subimos por San Miguel de
Valero los 23 Amigos hasta el denominado Hueco. Allí dejamos descansar a los
coches y comenzamos a cansarnos nosotros.
Los más andadores, los
del plan A, que pretendían bajar a Las Chorreras, sin frenos, salen en busca
de las cascadas y en poco tiempo, (como
era cuesta abajo, a la vuelta sería cuesta arriba,) llegamos al arroyo que baja
del Cervero. La senda no plantea
problemas y tenía tendido de
sombra y de sol, según la orografía del terreno. En una hora corta habíamos
llegado al agua -¿Se oyen las chorreras?
– Sí, pero ¿ubi sunt?
La mayoría del grupo sigue unido y sube al Castill
de Cabras mientras Ceci e Isabel se quedan en el " verde" al
"susurro de las olas". Charo, Carmen y Paz demostraron cómo se sube al Castill de
Cabras aunque iban bien escoltadas por Seve, que levantaba acta de cada
movimiento, máquina en ristre, César,
preparado para ir al Everest con sus
bastones, Juanjo, Julián, Antonio, Bueno, Graci
, Jesús y Fabi. Ya en la cumbre, aperitivo
a voluntad y necesidad. La bota de Graci andaba falta de ITV: que si se había
atascado, que si la pez… ¿lo haría para que durara más lo de dentro? En el
próximo capítulo comprobaremos este
detalle o extremo.
Desde el Castill de
Cabras se pueden observar todo el valle Quilamas, incluida la Cueva de la Mora , también
Quilama, que no tardaremos en descubrir, el curso medio del Alagón hasta la
sierra de Béjar. Los buitres nos
vigilaban durante todo el viaje mientras los guías siguen nuestro recorrido sin
cansarse, con los prismáticos. Celso y Julián, antes de subir, rodean el monte
Castill de Cabras buscando el acceso a la "gran cascada" pero no
apareció el indio ni la cascada. Reto pendiente... ¡encontrarlo!
Respecto a la senda hay
división de opiniones pero en lo que se refiere al aperitivo, ni pío.
Con "espíritu y
físico renovado" emprendemos la vuelta hacia el Hueco. Llegamos a las
14.15´16´´17… algo más tarde de lo previsto y allí estaban disfrutando del sol,
la ¿hierba? el grupo del plan B- justo a tiempo para que Adolfo, que de lo que
aquí quede escrito también dará fe,
tomara nota de las apetencias culinarias de sus señorías frente al mantel.
Apenas sin parar, el grupo A sigue camino de San Miguel de Valero entre
"flores, fandanguillos y alegría", que diga brezales floridos, jaras
y viejos castaños para llegar a comer a Linares a las 15.30, bien sospechamos,
que el coche cogió a alguien y no algunos al coche.
Los/las, las/los del plan B bajan tranquilamente hasta la
senda. ¿Pensaban en cómo subirían los que bajaron? Lo tenían muy claro. En un
espacioso, resguardado y soleado lugar se aposentaron, sacaron viandas y...
Mientras tanto los guías de la expedición
trepan a uno de los “miles
anapurnianos” pues no podían dejar solas a algunas de las consortes -Pilar,
Ángela, Manoli, Salti- y Fernando ¡desprendimiento de los caballeros! No obstante,
trepan a la cima del monte del Pedregal y desde allí, como un gran hermano,
seguían los pasos de los demás -tanto al grupo del Castill de Cabras como a
Constante que se había quedado en La Rollarina- con prismáticos y "señales
de humo" y por supuesto, con nuestro grito de identificación y de
difícil memorización:
iiiiiiuuuuuuuuhhhhhhhh. En resumen: iu, pero con eco.
Los guías bajan con más
dificultades que subieron, según explican, son reconfortados por las mujeres
con alimentos de mochila e inician el regreso. Este grupo, al que se incorporan
Carmen, Ceci e Isabel, llega a las 13.45 al Hueco, eligen menú, descansan,
montan en coche y directos al restaurante, el "España". Allí nada se decía de una, grande ni de libre ¿por
la crisis?, ¿por la hora?
Nos atendieron
profesional y amablemente Flor y Sofía. Y allí disfrutamos de nuestra
presencia, amistad y ricos, sabrosos y abundantes ágapes. Con la grata sorpresa
de que allí nos esperaba para acompañarnos en la comida el simpático Teodoro
Tejedor que quedó encantado y cree que seguirá participando y disfrutando de
estas "movidas". En los postres
se presentaron José Hernández y
su mujer Conchi. Saludos, abrazos, preguntas, cigarros...
Al caer la tarde… cada
cual a lo suyo. Adolfo y Fabi a lo
escrito. Seve a la cámara. Amén
Fabián Hoyos Guinaldo y
Adolfo Cerrudo Briz.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------